Mediatación de la Santa Palabra de Dios
Quiero compartir con ustedes amigos, esta enseñanza dada por el Pastor Alexander León. Ha sido para mí una gran bendición.
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Después de una peregrinación de 40
años, el pueblo de Israel, guiado por Moisés llega finalmente a la ribera del
Jordán. Antes de que pasen a tomar posesión de la tierra que Dios les había
prometido, el pueblo es confrontado, se hace una recapitulación de la ley y se
leen las solemnes advertencias que incluían bendiciones y maldiciones.
¿Cuál es la razón de que el hombre
prefiera el pecado y no a Cristo? ¿Cuál es la razón de que el hombre haga caso
omiso de tan serias amenazas?
La Biblia también nos da la respuesta: Es un asunto del corazón.
La historia de todos los pueblos a los
cuales Dios dejó ir por sus propios caminos, demuestra que la revelación
general que Dios ha hecho de sí mismo en la naturaleza, no es suficiente para
que las personas tengan un conocimiento apropiado de Dios que les lleve a la
salvación.
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“A
los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he
puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues,
la vida…” - Deuteronomio 30:19.
Una generación entera de hebreos
había perecido en el desierto como castigo por su incredulidad y desobediencia,
a pesar de haber visto prodigios y maravillas en Egipto y manifestaciones
impresionantes del poder de Dios en Sinaí y a una nueva generación se le daba
ahora la oportunidad de mostrar integridad.
Si solo consideramos este texto
bíblico, parecería que el asunto de la fe y la religión es tan simple como que
la gente decida hacer el bien y dejar de hacer el mal. ¿No es así?
Pero, ¿qué nos demuestra la
historia y qué registra el libro sagrado? ¿Cuál fue el rumbo que eventualmente
tomó Israel? Ellos prefirieron el camino que lleva a la muerte a pesar de las
advertencias de maldición.
La Biblia también nos da la respuesta: Es un asunto del corazón.
Pero la historia del pueblo de
Israel demuestra que aunque el hombre tenga acceso a la revelación especial que
Dios hace de sí mismo en las Sagradas Escrituras, tampoco eso es suficiente
para que tengamos un verdadero conocimiento de Dios que nos transforme y nos
lleve a la salvación.
El ser humano necesita un cambio
de corazón, sin lo cual ni las más serias advertencias, ni las muestras más
espectaculares del poder de Dios serán suficientes para hacerlo escoger el
camino de Cristo y obedecerle.
Moisés mismo reconoció esto cuando
dijo: “Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos
para ver, ni oídos para oír.” – (Deut. 29.4). ¡La condición natural
del hombre es de ceguera y sordera espiritual!
Otro profeta confirmó esto mismo
cuando escribió: “Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así
también, ¿podréis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer el mal?” (Jeremías
13.23)
El estado espiritual de la raza
humana, después de la caída de Adán y Eva no es un estado de mediana gravedad,
es un estado de total incapacidad y rebeldía. Jesucristo dijo: “¿Cómo podéis
hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la
boca” (Mateo 12.34)
Los que defienden el “libre
albedrío” suelen entender mal lo que queremos decir al afirmar la total
depravación del hombre. No estamos negando que el ser humano sea un agente
libre, que decide sus acciones voluntariamente. Eso no es lo que negamos. Lo
que queremos decir es que la voluntad del hombre está sujeta a su naturaleza y
por lo tanto, siempre decidirá con respecto a la condición de su corazón.
Un ejemplo puede servirnos aquí:
Si tomamos un buitre y ponemos frente a él un plato con maíz y otro plato con
una animal muerto, ¿Cuál de las dos opciones escogerá el buitre como alimento?
– Es claro que escogerá la carroña, porque él escoge según su naturaleza.
Tendría que convertirse en paloma para que prefiera el maíz.
Lo mismo sucede con los seres
humanos. Nunca escogeríamos a Cristo y el bien, a menos que el Espíritu Santo
cambie nuestros corazones.
Por esta razón es que muchos
prefieren quedarse viendo un partido de fútbol o realizar cualquier otra
actividad que ir a adorar a Cristo a la iglesia.
¿Prefieres a Cristo que las cosas
de este mundo? ¿Ha cambiado Dios tu corazón? ¿Estás pidiendo este cambio?
Las más adversas circunstancias no
son suficientes para que el pecador se arrepienta y esto podemos comprobarlo en
la descripción del tiempo final, cuando después de terribles plagas y castigos divinos,
el Apocalipsis registra: “Y los hombres se quemaron con el gran calor, y
blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se
arrepintieron para darle gloria.” (Apocalipsis 16.9)
Siendo esta la terrible realidad,
¿No hemos de clamar a Dios en súplica para que nuestros corazones sean tiernos
y sensibles a Su voz? Si no lo has hecho aún, suplica a Dios que haga ese
cambio en tu corazón, para que en vez de recibir la muerte y la maldición que
mereces, recibas la vida y la bendición por medio de Jesucristo. Amén
Pastor Alexander León
Iglesia Bautista Reformada los Lagos
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